“Lo
que es necesario ante todo.- Un hombre que no quiere dominar su cólera, sus
accesos de odio y de venganza, su lujuria, y que, a pesar de esto, aspira a
dominar en cualquier cosa que sea, es tan estúpido como el agricultor que
siembra su campo en las orillas de un torrente sin tomar precauciones contra
éste.”
(El paseante y su sombra, 65)
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“¡El
dominio de las pasiones, no su debilitamiento o su erradicación! Cuanto más
grande es la fuerza de dominio de nuestra voluntad, tanta más libertad es
lícito que se conceda a las pasiones. El ser humano grande es grande por el
espacio de libertad que brinda a sus apetitos: no obstante, él es bastante
fuerte para convertir esos monstruos en sus animales domésticos…”
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