“Es necesario conocer bien a
la gente antes de lograr saber cómo se trata en realidad a sí misma. ¿Se toma
en serio? ¿Se trata como si fuera un niño? La manera en que alguien se siente
con respecto a su propio y profundo ser interior es lo que caracteriza su
actitud anima/us”
“La actitud interna se correlaciona con un complejo funcional
[pensamiento, sentimiento, intuición, sensación] tan específico como la actitud
externa”
“El anima/us es una actitud
que rige la propia relación con el mundo interno del inconsciente: la
imaginación, las impresiones, ideas, estados de ánimo y emociones subjetivas”
“La definición esquemática
habitual consiste en decir que el anima es lo femenino interno en un hombre y
el animus es lo masculino interno en una mujer”
“Por ejemplo, se dice de un
hombre que frecuentemente se encuentra malhumorado que tiene “un problema de
anima”. Su anima, en lugar de ayudar en el manejo de sus emociones, desata un
estado de ánimo que se expande como un gas en la consciencia del yo y lleva consigo,
pegada por así decirlo, una cantidad de emociones primarias e indiferenciadas.
Es sabido que esto interfiere con el funcionamiento del yo, si no algo peor. El
yo de este hombre se identifica con la personalidad anima que, por lo general,
es hipersensible y está saturada de emotividad. Su anima no está desarrollada
y, en lugar de ayudarle a lidiar con un estado de ánimo abrumador, le envuelve
y le hunde aún más en ese estado”
“De manera similar, una
mujer con un “problema de animus” también está abrumada por su inconsciente,
generalmente por pensamientos y opiniones que tienen una carga emocional
considerable que la controlan más de lo que ella logra controlarlos. El efecto
no difiere mucho en relación al hombre poseído por el anima, sin embargo en el
caso de la mujer el acento suele ser más intelectual. Estas ideas y opiniones
autónomas terminan por perturbar su adaptación al mundo externo porque se
expresan con la energía emocional de un camorrista. Con frecuencia estas
emociones terminan causando estragos en sus relaciones porque aquellos que la
rodean se sienten impelidos a crear escudos protectores cuando está con ella.
Se sienten incómodos y a la defensiva en su presencia. Por más que ella trate
de ser receptiva y crear intimidad, no lo logra porque su yo está sujeto a
invasiones de energía disruptiva que la convierten en todos menos en ese ser
cariñoso y gentil que ella desearía ser. Se vuelve abrasiva, dominada por un
ansia inconsciente de poder y control. Esto es lo que Jung llamó posesión por
el animus. El animus es una personalidad poderosa y no congruente con el yo o
la persona deseada. Es “otro”.
Cuando los hombres están en
las garras del anima adoptan la tendencia a aislarse dentro de sus sentimientos
heridos; cuando las mujeres están en las garras del animus tienen tendencia a
atacar”. Esta es una distinción convencional entre los géneros, por supuesto
sujeta a revisión a la luz de los recientes desarrollos culturales. Sin embargo,
en ambos casos, sea cual sea el contenido de la “posesión”, el mundo interior
inconsciente no está suficientemente refrenado, contenido, y la necesidad
emocional e irracional irrumpe perturbando las relaciones normales con los
otros y con la vida en general”
(Murray Stein, El mapa del
alma según Jung)
“Para el psicólogo el anima
no es un ser trascendental, sino completamente experimentable, como lo muestra
también con claridad la definición china: los estados afectivos son
experiencias inmediatas. Pero ¿por qué se habla entonces de anima y no
simplemente de humores? La razón para ello es la siguiente: los afectos tienen
carácter autónomo, debido a lo cual la mayoría de los hombres les está
sometida. Los afectos son, empero, contenidos delimitables de la conciencia,
partes de la personalidad. Como partes de la personalidad tienen carácter de
personalidad; pueden por tanto ser fácilmente personificados y lo son aún hoy
en día, como los ejemplos anteriores han mostrado. La personificación no es
invención ociosa, por cuanto el individuo afectivamente excitado no muestra
ningún carácter indiferente, sino uno completamente determinado, que es
distinto del común. Se muestra, mediante la investigación cuidadosa, que en el
hombre el carácter afectivo tiene rasgos femeninos. De ese hecho psicológico
proviene la enseñanza china del alma po, así como mi concepción del anima. Una
introspección más profunda, o la experiencia extática, revela la existencia de
una figura femenina en lo inconsciente, y de ahí la denominación femenina
anima, psique, alma. También puede definirse el anima como imago o arquetipo, o
sedimento de todas las experiencias del hombre con la mujer. Por eso también la
imagen del anima es por regla proyectada sobre la mujer. Como se sabe, la
poesía ha descrito y cantado a menudo el anima”
(C. G. Jung, El secreto de la
flor de oro)